lunes, 10 de marzo de 2008

Actos de fe

Tres tipos que parecen estibadores interpretan una canción mirándose a los ojos; están juntos en el centro del escenario, como si estuvieran tocando para ellos mismos, olvidándose de nosotros. Y no puedo evitar sonreír tontamente mientras pienso que parte de bello y que parte de voyeur tiene esa escena, antes de darme cuenta de que estoy a punto de llorar. Y Simon Neil ayuda cuando canta aquello de “I pray to God that you’re right before my eyes”. Así, Biffy Clyro pasan al siguiente tema mientras, emocionado, me pregunto qué coño ha pasado.

Menos de una hora después, “Misfit love” crece en las manos de un tipo subido a un amplificador, que con pose chulesca, se sabe dominador de la situación. Alarga la introducción con ese peculiar sonido de guitarra y consigue que bailemos como posesos algo con lo que parece imposible arrancarse el menor golpe de cadera; “es como si el ritmo te hubiese encontrado y no al revés” me digo, para inmediatamente soltar una carcajada, asombrándome de las estupideces que se me pueden llegar a ocurrir. Sin dejar de saltar y sacudir la cabeza, por supuesto.

“Never heard a man speak like this man before, never heard a man speak like this man before” repite sin cesar mr. Bixler, mientras las primeras filas se vuelven locas deslizándose entre sudor, algunos con los ojos cerrados, otros con la mirada perdida en el escenario. Y yo, con ganas de saltar sobre las cabezas de la gente y ponerme a tocar como un loco cualquier percusión que encuentre por el escenario. “Goliath” o como pocas veces un nombre de canción había hecho tanta justicia a sus autores.

¿Y qué? Pues que vivan estos hermosos topicazos, señores y señoritas, sobre todo cuando nos toca vivirlos tan de cerca que creemos aprender cosas de nosotros mismos, emocionarnos sin motivos o sentir ese orgasmo mental que transforma esas celebraciones grupales en momentos tan personales que solo podemos describir tan torpemente como he hecho. Mentiras menos productivas mantenemos. Que sí, que semanas después de haber visto a estas tres luminarias personales aún se me escapa un “joder, joder, joder” cuando los recuerdo, y eso solo puede ser bueno.

Y que además me han dado un inmejorable motivo para volver a escribir.

Suena: The Mars Volta - Goliath