lunes, 23 de julio de 2007

“Amo mi trabajo” vs “Enséñame la pasta”

Uno, en su despreocupada juventud, se da cuenta de que se hace mayor a medida que los tópicos empiezan a tomar sentido en su vida. “Madurar es aceptar las cosas como son” decían Sólo Los Solo hace unos años, lo cual no quiere decir que sea lo que más me seduzca o convenga. En mi caso, estudio Psicología y ha llegado el momento de escoger especialidad, para lo cual barajo dos opciones, que, convenientemente caricaturizadas y sacadas de contexto serían las siguientes.

La primera ofrece el beneplácito de tu entorno (“trabaja con niños, tiene que ser buena persona”; como si fuera la única opción…), el continuar dos años más con gente que calza un perfil que aborrezco y del que quiero alejarme lo más pronto posible, un sueldo que, por decirlo bonito, vete a saber tú y, por último, la motivación de un trabajo que siempre has deseado y que te vas a tomar en serio más allá de la satisfacción personal asumiendo la responsabilidad que conlleva. Al parecer, es una de las opciones más escogidas por los estudiantes, lo que significaría una dura competencia. Sin embargo cuento a mi favor con la enfermiza obsesión de los/las estudiantes por trabajar con niños, de los que pequeños, los que hacen gracia, los que se pueden traer y llevar; trabajar con adolescentes o adultos es más aburrido y no es tan estético; además si necesitan nuestra ayuda es porque son "unos fracasados y unos inadaptados" (por desgracia, sí, estas palabras han salido de la boca de un estudiante de Psicología; temblad, no os fiéis de ellos). Evidentemente, esto no hace más que aumentar las posibilidades del resto de nosotros de conseguir unas prácticas interesantes y, quién sabe, un trabajo.

En el otro rincón, se exige ambición y capacidad para asumir responsabilidades en un trabajo interesante, en una especialidad hacia la cual mis notas me predisponen, con un buen sueldo que me permitiría “comprar mi libertad” (sic), a pesar tener que aguantar comentarios del tipo “¿y para esto se necesita estudiar Psicología” o, mi favorito por acumulación “eres idiota, vas a acabar haciendo el trabajo de un puto oficinista. Que poca ambición, eso es quererse poco”, cosas que salen por la boca cuando la ignorancia y la prepotencia van de la mano pero que resultan divertidas cuando el que te lo dice invirtió 8 años en licenciarse en Historia (cosas de los porros) para acabar, sin mayor aspiración que costearse sus vicios, sirviendo copas en un garito más sucio que el propio camarero, si es que eso es posible. Pero eso entraría dentro de la Psicopatología, así que hablaremos de ello más adelante.

Me encuentro en ese terreno en el que podría protagonizar mi propio spin-off, en el que se verían retratados mis esfuerzos por saber si debo perseguir mis sueños (traveling lateral en el que se me puede ver muy risueño, mirando al mar) o vender mi alma al demonio verde (zoom dramático en el que aparezco en mi sofá, con mi cabeza entre las manos). Todos sabemos que el dinero nunca es importante…hasta que tienes que pensar en él. Además, nadie me asegura que vaya a conseguir un empleo relacionado con mi carrera, lo cual convertiría este quebradero de cabeza en algo más inútil aún: supongo que acabaré optando por la vía del pobre pero sincero conmigo mismo, que ante situaciones de este tipo, es lo único a lo que me agarro.

Como decía al principio, no es más que un típico y tópico caso de temor al que se enfrenta un universitario de mi edad cuando empieza a mirar a su vida más allá de la carrera. Ser estudiante es una ocupación demasiado cómoda. Sinceramente, lo que me da miedo no es salir ahí fuera y empezar a asumir responsabilidades, sino que me echen a los leones, me coman…y encima no les guste mi sabor: en este aspecto en concreto, tengo pánico al fracaso.

¿Qué hago para aliviar la presión que supone tener que tomar decisiones importantes? Pues mire, escribo rabietas pretenciosamente irónicas. A veces las publico y todo. Contráteme, buen hombre, que al menos se reirá conmigo.

Suena: Biffy Clyro – Living is a problem because everything dies

7 comentarios:

Anónimo dijo...

en primer lugar me gustaría responder a la pregunta de nuestro querido lector de ayer: El príncipe de Bel Air, ofcors! Eso significa que me he ganado ese carnet caducado? yuhuuuuuu "La birra es mi pasión, cada cual a su afición"

Y en cuanto a ti, animalito, pues ya te he dicho antes. Me siento atada de pies y manos para darte consejo... Yo siempre me he movido más por hacer lo que me guste aunque eso implique fracaso, pero como aún no he tenido la oportunidad de comprobar si me ha ido bien o mal, pues no puedo darte datos estadísticos. Pero creo que si estuviera en tu lugar tiraría por la vocación y no por el mendrugo de pan asegurao. Pero claro, ya lo dice el refrán, ca uno es ca uno y dios en la de todos...

Pues nada, que te llamo mañana que hoy se me ha hecho tarde. No te comas mucho la cabeza y lo que es más importante, relaja la mandíbula e intenta vencer al insomnio.

Buenas noches!!

Anónimo dijo...

El fracaso o el triunfo es del todo impredecible en el aspecto profesional. Nunca puedes tener la certeza de que con la primera opción vayas a mendigar ni de que con la segunda logres vivir la buena vida. Sin embargo, sí es posible tener algo más de seguridad en qué es lo que te satisface y te llena más... ¿o no? En mi opinión, deberías decantarte por aquello que siempre has anhelado.

Y como anécdota: la carne de una presa desestresada es, en general, mucho más sabrosa y apetecible por los depredadores. Si te devoran, que al menos lo disfruten con el disfrute que has vivido.

A ver si te llamo y nos vemos, pues tengo un obsequio para ti ;)

Anónimo dijo...

¡No te metas con los porros!

P.D.: "Enséñame la pasta".

Señor Toldo dijo...

Todos nos hemos encontrado alguna vez en esta situación (frase hecha #1)... algunos salimos y volvemos a entrar cíclicamente.
Tal y como me encuentro ahora mismo, lo tengo claro: vocación, 100%. Un solo momento de satisfacción personal vale por años de alienamiento y adocenamiento asumidos (frase hecha #2, pero quizás jodidamente real).

Se dice que los consejos son un tipo de nostalgia (frase hecha #3, pero de las que llenan), lo que invariablemente incluye que también lo sean de egocentrismo. Estoy viendo que si realmente te gusta lo que haces, porque lo estabas esperando, lo terminas valorando mogollón. Aunque desde hace tiempo pensaras que las circunstancias te habían hecho perderla, en realidad sigue ahí y es muy difícil que se vaya.

Y ya me he liado, pero he conseguido el objetivo claro: hablar de mí mismo en los comentarios de un blog ajeno, hahaha!!!

Anónimo dijo...

Aiiss difícil decisión...Aunque todos los briconsejos apuntan en la misma dirección, tengo que abogar (un poquito) por la opción materialista. Y no precisamente por la pasta, si no porque, por lo que me has contado, pequeño padawan, los recursos humanos no apestan tanto para tí como para el resto. De hecho no has escrito nada en tu bloggg que haga pensar que lo único que te atrae de ellos es la pasta. Así que, levantáos RRHH del mundo y gritad: a mí me gusta hacer entrevistas!!

En serio, si educativa es tu vocación, adelante; pero si es una cuestión de preferencias o de cómo me levanté esta mañana...la oficina es el futuro!!(Tiene gracia que yo te diga esto, que voy a ser la primera que se muera de hambre...)

Además siempre puedes torturar a tus hijos u otros menores de tu familia con baterías de pruebas absurdas...

Anónimo dijo...

Siento ser abogado del diablo, pero en réplica a Daimiel, proclamo que hasta el 'a priori' trabajo de tus sueños va a ser día a día. Con su consiguiente alienación. Estoy de acuerdo en que no es lo mismo trabajar de aquello que siempre te ha atraído, que trabajar en una cadena de montaje insertándole la sombrilla a la Barbie Playera (con todos mis respetos a quienes consideren ese su sueño). Pero una vez metido en un campo, como estás tú (véase Psicología), tómate como un reto que si acabas, por ej., en RR.HH., disfrutes con tu cometido todo lo que puedas. Yo mismo creo que nunca grabaré un disco profesional, pero mientras espero mi oportunidad, consideraré bienvenido lo que mi especialidad me vaya brindando. Además, seguro que si lo consigo luego tampoco es tanto.
Creo que me explico igual de bien que Raúl después de fumarse una L, pero he aquí mi reflexión optimista/pesimista sobre el trabajo. Ah, y por si no quedó claro en mi anterior mensaje... "La pela es la pela". Y, por suerte o por desgracia, es ella quien te va a otorgar la posibilidad de acometer la mayoría de tus metas.

Eso.

Anónimo dijo...

Claro que ser estudiante es una posición cómoda; tanto que impide sentir en las mismas carnes lo que significa trabajar para sobrevivir. En realidad no es tanto elegir una de dos como ser consciente de lo que significan ambas, y el miedo al fracaso es, por lo tanto, una carencia de error y acometida.

No estamos en EE.UU., donde tu futuro está marcado y cualquier desviación te convierte en deshecho: se puede probar, aprovecharse de esa posición cómoda y buscar lo que realmente quieres. Me apena horrores ver a chavales no ya perfectamente válidos, sino simplemente eso, buenos chavales; tíos capaces y afables que se ven saturados por las exigencias de su vocación y terminan o quemándose, o infravolorándose. En todo caso, nada es lo suficientemente importante como para ser tratado con tanta urgencia.

Y es que la peor presión viene de nosotros mismos, sin ser conscientes de que también somos la solución. Qué fácil es hablar, ¿eh?